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Con el surgimiento de la Ley 1620 de 2013 y su respectivo Decreto reglamentario, se ratifica el reto del estado para formar ciudadanos en el ejercicio activo de la ciudadanía y los derechos humanos, sexuales y reproductivos, lo cual establece bases fundamentales para el fortalecimiento de la convivencia escolar.

De esta necesidad, los rectores, directores rurales y docentes son conscientes, sin embargo, la actual crisis de valores evidente entre nuestros niños y jóvenes, nos da a entender que se está fallando en algo, ¿Cuál es el eslabón defectuoso en nuestro sistema educativo? he de pensar que esta pregunta o algunas semejantes surgen constantemente entre nuestros docentes, incluso, son muchos los que establecen respuestas a ellas, a través de las cuales detectan posibles culpables, “que el Estado, los padres de familia, los grupos armados al margen de la ley, los mismos muchachos que vulneran sus propios derechos y algunos con un aire de sensatez se atreven a decir que la culpa es de los docentes y sus directivos”.

Lo cierto es que no nos sirve de nada buscar culpables cuando el barco se está hundiendo, lo que debemos hacer es encontrar soluciones a las dificultades, para lo cual se necesita un plan apropiado y bien estructurado.

En primera instancia debemos reconocer que el ámbito de aplicación (Artículo 2) del Decreto 1965 del 11 de septiembre de 2013, compromete a todos los establecimientos educativos y a cada uno de los actores que puedan hacer participación en la Ruta de Atención Integral.

No obstante, debemos reconocer que el tema de convivencia escolar es bastante amplio, así que en esta ocasión se hará referencia a los Derechos Humanos, Sexuales y Reproductivos para el fortalecimiento de la convivencia escolar, lo cual no es algo que surge con la Ley 1620, puesto que los establecimiento educativos ya venía diseñando estrategias a través de proyectos pedagógicos transversales en respuesta a la enseñanza prevista en el artículo 14 de la Ley 115 de 1994 y haciendo referencia al artículo 33 del Decreto 1860 de 1994.

Pero entonces ¿Qué ha estado sucediendo? en la actualidad son evidentes las necesidades en los establecimientos educativos para el desarrollo de Proyectos Pedagógicos de Educación para la Sexualidad, las cuales se encuentran relacionadas con la carencia de materiales educativos apropiados o por el desusos de los existentes, por otro lado, está la falta de formación docente es esta línea de enseñanza y por ende carencia en la práctica educativa.

Analice las cifras del DANE en la imagen, expuestas en su boletín técnico sobre Comportamiento y factores de riesgos en niñas, niños y adolescentes escolarizados durante el 2016 en la ciudad de Bogotá, Cali y Cartagena. 

De las niñas, niños y adolescentes escolarizados, el 0,5% reportó tener hijos. De estos, el 44,4% corresponde a hombres y el 55,6% a mujeres. En Bogotá D.C. y Cali, el porcentaje de las mujeres que tienen hijos (60,4% para Bogotá D.C. y 52,9% para Cali) es mayor que el porcentaje de los hombres (39,6% y 47,1%, respectivamente). Por el contrario, en Cartagena los hombres con hijos corresponden al 64,3%.

Como consecuencia, es muy probable que nos encontremos con irregularidad en la asistencia al plantel educativo o incluso la deserción, lo que extiende la pobreza en nuestro país; los embarazos a temprana edad limita la oportunidad de un amplio desarrollo personal, económico y social, de aquí la inestabilidad en los nuevos hogares.   

Conocedores de esta realidad, el MEN (Ministerio de Educación Nacional) en aras de brindar oportunidad para avanzar en la formación del ejercicio responsable y autónomo de la sexualidad, entre otros temas fundamentales de afectación a la convivencia escolar, brinda a los establecimientos educativos la Guía No. 49 (Guías pedagógicas para la convivencia escolar) a través de las cuales se ofrecen pautas que orientan a la comunidad educativa en relación a nuestro tema de interés; aquí se nos hace ver que no se trata de “crear de forma folclórica” actividades con el ánimo de enriquecer los proyectos pedagógicos, por el contrario, nos invitan a realizar una mirada ampliada de la realidad institucional en la que se involucre todos los sectores de la comunidad educativa y a partir de los datos y el análisis de la situación real del contexto educativo, se debe iniciar la planificación de estrategias que harán parte del Proyectos Pedagógicos de Educación para la Sexualidad.

Diego Armando Santos Fabra

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