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Las exigencias de la actual sociedad y las proyecciones que en ella se reflejan, invita a pensar en los conocimientos apropiados para la formación de los futuros estudiantes, es posible que los contemporáneos se imaginen un sin número de contextos donde se resalte la tecnología con todas las tendencias educativas que surgen a través de ella, de aquí que la escuela se ve en la obligación de cambiar sus prácticas tradicionales y construir otras que logren tener un impacto significativo dentro de la sociedad.

La escuela del futuro deberá estar forjada en la justicia, la democracia, la equidad y la armonía en los ambientes educativos que surgen de la relación entre los actores de la educación, a fin de extrapolar estos aprendizajes hacia la solución del llamado problema planetario, éste según Edgar M (1999), “es un todo que se alimenta de ingredientes múltiples, conflictivos, de crisis; los engloba, los aventaja y de regreso los alimenta” (p.33). En cierta medida, a lo negativo del nuevo milenio se le está dando poca importancia en los actuales procesos educativos, razón por lo que se amerita un cambio perentorio.

Si bien es cierto que el cúmulo de antivalores que manchan la actual estructura política y social, le ha sido asignado a los procesos educativos que se han llevado hasta el momento, en contraposición a esto los docentes manifiestan seguridad cuando disponen como principales culpables los injustos procesos políticos que han llevado al país a la pobreza, ofreciendo como resultados niños y jóvenes procedentes de familias cuyos derechos se encuentran pisoteados, a ésta problemática no se le dará solución buscando al responsable, sino marchando por el camino adecuado, es decir “la educación, que es a la vez transmisión de lo viejo y apertura de la mente para acoger lo nuevo, está en el corazón de esta nueva misión” (Edgar M, 1999, p.38). La realidad es que la responsabilidad directa para generar el cambio cae sobre la escuela, sin importar que ésta sea o no inocente.

La educación del futuro clama por una enseñanza para la vida, donde los contenidos que se aborden no se encuentren aislados de la realidad, por el contrario, estos deben estar entrelazados con el contexto donde los niños y jóvenes se puedan desenvolver bajo procesos interdisciplinarios, evaluado sus capacidades e intereses, sus imperfecciones, las dificultades que puedan presentar, para el futuro no se tratará solamente de transmitir conocimientos, puesto que estos procesos tradicionales se están quedando atrás con la aparición de la internet, desde ahora la escuela debe iniciar a forjar pensamientos críticos, posibilitando en los estudiantes el desarrollo del don de la duda y la reflexión como base para resolver los problemas que trae consigo la vida, sin dejar de lado la ética en todos los campos de interacción social.

Diego Armando Santos Fabra.

 

Véase también

http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001177/117740so.pdf

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