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A menudo se escuchan quejas por parte de algunos estudiantes y padres de familia con relación a la forma en que algunos docentes proceden en su labor, acciones que podrían considerarse extremistas y poco ética, ¿acaso estos docentes se equivocaron de profesión? pero si se prepararon para ello, ¿por qué no asumen su responsabilidad como debe ser? El ser docente es una responsabilidad muy demandante, considerada como una de las profesiones más éticas, no se trata sólo de ir a dictar una clase a un grupo de estudiantes, tampoco se define por los recursos que se utilicen para la transmisión de conocimientos.

La profesión docente debe trascender más a lo humano, a lo social, se trata de establecer vínculos afectivos, es aquí donde el docente llena los vacíos del alma que traen los estudiantes, donde posiblemente el único cariño que tienen los niños pueda ser el que encuentren en la escala, tal vez esto suene extremista, pero estas situaciones sólo pueden ser confirmadas por aquellos que viven el día a día de estas dificultades.

Aquello que han optado por ser docentes, deben recordar en todo momento que son el ejemplo, un modelo para sus estudiantes, por lo que no es suficiente con trasmitir conceptos, se debe trasmitir en primera instancia el respeto, esa aceptación por las diferencias y gran motivación para la admisión de las clases. Bien sabemos que existen unas cualidades innatas en cada persona para enseñar, éstas son enriquecidas o influenciadas por modelos pedagógicos o teorías que se asumen en la medida que se ejerce la profesión.

Para los que llevan un tiempo cultivando su labor docente y que además son padres o madres, podrían preguntarse si… ¿les gustaría que sus hijos tuvieran un docente como ustedes? De seguro que la respuesta a ésta pregunta ayudará a enfocar mejor sus prácticas en la docencia.

Hay que tener en cuenta que la educación es maleable, de un flujo constante de personalidades, sentimientos, choques emocionales, entre muchas características propias del ser humano que dan origen al conflicto, esto demanda que el docente permanezca en un continuo perfeccionamiento pedagógico, o como lo llama Hoyle (1975), “profesionalidad ampliada del docente” quien debe ser consciente de lo vulnerable que son sus estudiantes y lo susceptibles al cambio de sus entornos personales, familiares y sociales.

La educación de hoy requiere un docente mediador del saber, donde éste seda el control de los aprendizajes a sus estudiantes, permitiendo que ellos interactúen y propongan, posibilitando que éstos construyan por medio del razonamiento, sus propios conocimientos dentro de sus estructuras cognoscitivas permitiendo el desarrollo de competencias.

Diego Armando Santos Fabra

Véase también

http://dta.utalca.cl/ojs2/index.php/fcompetencias/article/view/82

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